Campaña 2019
Las altas temperaturas sufridas en la campaña de 2017 y las obligaciones docentes y profesionales de varios de los miembros del equipo obligaron a programar la campaña para los meses de enero y febrero de 2019. El equipo fue reforzado con algunos miembros más en el campo.
OBJETIVOS
Fundamentalmente los objetivos permanecían similares a los de la campaña anterior, con algunos aspectos añadidos.
- Continuación del registro de graffiti en las zonas bajas del valle e inclusión en la prospección de las zonas más altas y de difícil acceso.
- Construcción de una estructura para el estudio de uno de los graffiti descubiertos en la campaña anterior en la entrada de la tumba TT 320.
- Estudio de las zonas identificadas como de interés (alrededor del nicho y de la posible efigie).
- Valoración geomorfólogica preliminar del valle.
RESULTADOS
La campaña se desarrolló sin incidentes. Francisco Moreno, Inmaculada Vivas y Samah Abd el Monem comenzaron a explorar el nivel superior de graffiti, donde se encuentran algunos de los ejemplos más interesantes. Localizaron elementos especialmente significativos, tanto de los ya descritos y publicados como algunos otros de nueva localización.
Tanto en este nivel superior como en el inferior, cuyo estudio ya se había iniciado la campaña anterior, las características del terreno hacían sospechar que se había producido una intervención arqueológica extensiva en el valle, a juzgar por las zonas plazas situadas sobr los inmenso taludes de arena en la cabecera del wadi, que no podían ser naturales, como nos confirmó Jens Ormö, geólogo que se unió a nuestro equipo en esta campaña. También éramos conscientes de la presencia de toda una serie de trincheras y zanjas regularmente distribuidas por el wadi que eran claramente de factura humana. La única fuente de estos restos en la que podíamos pensar era la campaña llevada a cabo por Ambrose Lansing en enero de 1920 que había sido someramente descrita en una publicación y de la que apenas se conocían detalles. Esto fue confirmado cuando unos meses después, en una sesión de trabajo en el Metropolitan Museum de Nueva York y con la generosa colaboración de Diane Craig y Janice Kamrin, pudimos tener acceso a las fotografías inéditas de aquella campaña que mostraban clareamente que nuestras sospechas eran las correctas y que en 1920 se había producido una transformación esencial del paisaje en el interior del wadi.
De las observaciones geomorfólogicas que llevó a cabo Jens Ormö se pudo deducir que la repisa que rodeaba el wadi en todas sus paredes y que continuaba en ambos wadis vecinos, había tenido uso humano. Esta repisa es perfectamente natural, se trata de un estrato horizontal de la masa de piedra caliza de la montaña tebana, más dura que la se sitúa por encima y de ahí su erosión diferencial. Ya habiamos observado que la inmensa mayoría de los graffiti localizados en las prospecciones ya realizadas anteriormente, y también en las nuestras, se encuentran a la altura de los ojos de alguien que se situaba de pie sobre dicha repisa, y que esta había sido trabajada para facilitar el tránsito sobre ella en los pasajes complicados. Todo hablaba de un uso humano de una estructura natural. Bajo la efigie localizada durante el estudio previo del wadi y, aparentemente reproducida en dos graffiti descubiertos en la 1º campaña en 2017, la repisa había desaparecido, junto con lo que parecía un panel de la pared rocosa. Esta desaparición no se puede explicar por factores geoambientales. Parece indicar una acción humana de destrucción consistente con las evidencias ya observadas en la campaña anterior en la misma pared, que es en la que se encuentran los restos de la posible imagen monumental, la efigie.
El estudio del graffito descubierto en la entrada de la tumba TT 32o en la campaña anterior supuso el descubrimiento de la escena de la efigie emergiendo de la montaña tebana, observado desde el punto de vista del propio graffito, lo que parece corroborar que la escena reproduce de alguna manera lo que se encuentra frente a su punto de observación.